Paternidades y equidad comienzan a ser parte de un camino de revisión y nuevas complejidades que algunos hombres parecen dispuestos a recorrer en los últimos años. Francisco Aguayo forma parte de ese itinerario en América Latina. Este psicólogo chileno es director de EME, Masculinidades y Equidad de Género, un espacio dedicado a la investigación social y el desarrollo de programas y redes en temas de masculinidades y equidad de género.
Hugo Huberman, Psicólogo Social, Educador y Orientador familiar, también forma parte de estos recorridos y a realizado un camino personal y profesional. Se puede obtener información del quehacer de Hugo y contactarse con el, en Vir.Haciendonos Hombres, padres, familias.
Hugo Huberman: -¿De qué manera, los estudios y el movimiento de hombres, han traído nuevas conversaciones sobre paternidades y desde que ligazones se articulan?
baja valoración de esas labores.
Por otra parte contamos con algunos datos sobre la paternidad de los varones, los cuales están poco difundidos y escasamente problematizados. Esto se debe en parte a la existencia de un discurso dominante acerca dequienes tendrían que hacerse cargo del cuidado y crianza de las/osniñas/os que plantea que es papel de las mujeres. Este discurso se basa en la tradición y en la naturalización del cuidado: si las mujeres son quienes gestan por nueve meses y luego amamantan, entonces ellas tienen que cuidar.
Por otro lado, el modo como es construida socialmente la paternidad resulta en privilegios para los hombres. Así se observa, por ejemplo, en el privilegio de no cuidar de manera compartida con la madre si ocurre un embarazo, o de poder alejarse de sus hijos o hijas sin tanto castigo social como ocurre en cambio cuando una madre se aleja. De este modo hay más hombres que mujeres que no cuidan de sus hijos o que tienen poco contactos con ellos. Asimismo los hombres aportan menos porcentaje de sus ingresos al ingreso familiar. Finalmente, es preciso decir que este ordenamiento también otorga privilegios para las mujeres – no solo inequidades o desventajas-, como poder estar más cerca de los hijos o hijas, mayor órbita de decisión en la socialización, e incluso a veces la posibilidad de excluir al padre o reemplazarlo por otro.
Considerando lo anterior, las categorías contenidas en la legislación civil suelen reproducir un ordenamiento de roles segregados y complementarios entre hombres y mujeres, con subordinación de la mujer al hombre. En este ordenamiento muchas veces los hombres todavía son considerados principalmente como proveedores económicos. Y la maternidad es considerada asunto de mujeres, lo que se prueba con el fenómeno de las separaciones, ya que tras ellas el cuidado de los hijos suele entregarse socialmente a las madres.
Algunos caminos que me parecen muy importantes en el tema de las paternidades adolescentes son: considerar a los hombres fecundos, educar tempranamente, contar con acceso a buenos servicios de salud y métodos anticonceptivos, considerar que la participación de los hombres como padres es tan importante como la de las mujeres como madres, ofrecer condiciones y apoyos sociales adecuados para el desarrollo tanto del niño/a como de las/os adolescentes, apoyar la consecución de los estudios, apoyar la inserción laboral, etc. Encontramos una alta estigmatización frente a un embarazo adolescente reproduciéndose el ordenamiento segregado de roles según género. Finalmente, los niños y las niñas tienen derecho ser cuidados por ambos, la madre y el padre, estén juntos o separados, sin importar su edad.
H. H.: - Los términos cuidado y domesticidad ¿cómo se relacionan con el tema de paternidades?
Por otro lado, observamos un discurso de mayor interés por la participación más activa de los hombres en tanto padres. Sin embargo, este discurso permea hacia las otras funciones domésticas distintas del cuidado de hijos o hijas, como las tareas domésticas, el cuidado de ancianos y de personas con problemas de salud física y mental. Se requiere mayor equidad de género en todas estas dimensiones. Para ello precisamos modificar el orden de género en sus cimientos, y socializar y educar a los hombres en el cuidado de otros. Adicionalmente se requieren mejores condiciones sociales para el cuidado como salarios adecuados, trabajos con adecuada protección y que permitan una mejor conciliación de la tensión entre el trabajo y la familia, entre la sobrevivencia y el cuidado.
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