martes, 30 de junio de 2009

CAMPAÑA DEL LAZO BLANCO


Extraído y Adaptado por Atilio Macchiavello, de:

"Hombres y Violencia de Género: Más Allá de los Maltratadores y de los Factores de Riesgo".

Escrito Por Luis Bonino.

Esta Campaña (conocida mundialmente por sus siglas en inglés WRC —White Ribbon campaing—), se creó en 1991 como iniciativa de un grupo de hombres canadienses conmocionados por la llamada Masacre de Montreal.

En esa ciudad, el 6 de diciembre de 1989, se produjo un asesinato de Género que conmocionó profundamente a la sociedad canadiense. Ese día, un pistolero solitario, asesinó a 14 mujeres estudiantes de la Escuela Politécnica de Montreal, por el «delito» de ser mujeres.

El asesino, Marc Lépine, de 25 años, entró en una de las salas de clases de la Escuela Politécnica en la cual se encontraban unas 60 personas. Gritando «Quiero aquí sólo a las mujeres», amenazó y ordenó a los aproximadamente 48 hombres presentes a que dejaran el aula, alineó a las nueve jóvenes que allí quedaban y tras gritarles que eran «unas feministas» les disparó.

Murieron seis y tres quedaron heridas. Ya había asesinado a una secretaria antes de entrar a esa sala. Luego fue a la cafetería disparando a mansalva y mató a tres jóvenes mujeres. Se dirigió a una segunda sala y asesinó a otras cuatro. Luego se suicidó. Al final de su recorrido, había matado a 14 jóvenes mujeres entre 20 y 31 años.

Él no era estudiante de la Politécnica. Algunos años antes había presentado su solicitud de ingreso a esa Escuela para estudiar ingeniería, pero no había sido aceptado. También había sido rechazado en el ejército. Amante de las películas de guerra, Lépine provenía de una familia en la que había sido golpeado cuando niño por su padre y que luego lo abandonaría, junto a su madre y a su hermana.

La carta que se encontró en uno de sus bolsillos mostraba su pensamiento, modelo de misoginia y de autolegitimidad moral para el ejercicio de la Violencia de Género y que se resumía en tres ideas. La primera, las mujeres son responsables de los fracasos de los hombres. La segunda, toda mujer que se cruza en el camino de un hombre exitoso merece ser castigada. Y la tercera, las mujeres exitosas han abdicado de su derecho a ser protegidas por un hombre individual o por el género masculino.

El odiaba a las mujeres exitosas y a las mujeres feministas. Las chicas asesinadas representaban las usurpadoras del lugar que él creía suyo y que, en su concepción, no debían ocupar: las mujeres no deben estudiar ingeniería, es un rol de hombres. Si él no había podido entrar a la politécnica era porque alguna mujer, por «culpa de las políticas canadienses de discriminación positiva» lo había desplazado.

Su idea obsesiva era que ellas eran el principio y el fin de su infelicidad. Y el 6 de diciembre decidió castigarlas. Así, decía en su carta «Por favor, tomen nota de que si estoy cometiendo suicidio no es por razones económicas sino por razones políticas. He decidido matar a las feministas que han arruinado mi vida…ellas siempre han tenido el talento de irritarme. Quieren mantener las ventajas de ser mujer mientras tratan de arrebatar aquellas de los hombres… Son muy oportunistas, ya que se aprovechan del conocimiento acumulado por el hombre a través de los años. Siempre tratan de subrepresentarlos cada vez que pueden…».

La carta estaba acompañada de una lista de 19 mujeres de Québec que desempeñaban puestos de dirección, o estaban en oficios no tradicionales, como la primera mujer bombera de la provincia y la capitana de policía. Pensaba matarlas a todas. Al final de esta lista, Lèpine escribió: «Estas mujeres morirán aproximadamente hoy. La falta de tiempo (puesto que empecé muy tarde) ha permitido a estas feministas radicales sobrevivir».

La tragedia de Montreal conmocionó profundamente a la sociedad quebequense y canadiense. Ese día, la violencia sexista dejaba de ser un problema exclusivo del movimiento feminista para instalarse en la conciencia de todo el país, convirtiéndose en uno de los primeros casos de feminicidios que salían a la luz pública en América del Norte.

Un año después, varios de los hombres sensibilizados por esta masacre — entre ellos Michael Kauffman, investigador experto en estudios de masculinidad y Jack Layton, concejal de Toronto—, decidieron iniciar una campaña de implicación masculina para poner fin a la violencia en contra de las mujeres, convencidos de que era necesario que también los hombres alzaran su voz y rompieran sus silencio, asumiendo la responsabilidad de implicarse e implicar a otros hombres en hacer algo para acabar con la violencia masculina.

La campaña se lanzó en 1991 y en ese primer año se distribuyeron cerca de 100 mil lazos blancos a los hombres canadienses, particularmente entre los días 25 de noviembre y el 6 de diciembre, aniversario de la masacre. El lazo con el color de la paz adoptado como símbolo, representa el compromiso público de los hombres que lo portan de no ejercer violencia contra las mujeres, no permitir que otros lo hagan, y no permanecer en silencio frente al problema.

A partir de esa fecha, la campaña se ha seguido realizando todos los años y se ha ido expandiendo internacionalmente Su difusión suele hacerse coincidir con el aniversario de la masacre, aunque también se han aprovechado otras fechas durante estos años para su difusión, tales como el día del padre, el día de la mujer o el día contra la violencia contra las mujeres.

Sus propuestas de intervención se han dirigido desde su inicio a incentivar un trabajo educacional comunitario para sensibilizar a los hombres, con el objetivo de romper el silencio masculino en relación a la Violencia de Género, e implicarlos en la erradicación de la violencia masculina hacia las mujeres

Se ha desarrollado como un movimiento descentralizado, donde quienes participan crean sus propios métodos (cursos, manifestaciones, campañas publicitarias, etc.). Actualmente está presente en más de 35 países de todos los continentes (Estados Unidos, España, Noruega, Brasil, UK, Australia, Namibia,Camboya, Vietnam, Finlandia, Japón, Dinamarca y Suecia, entre otros) y se ha transformado en una Organización no gubernamental que ofrece sus propuestas a quienes lo soliciten, dirigidas especialmente contra la violencia contra las mujeres, pero también contra la violencia masculina sobre otros hombres y los niños y niñas.

En 1999, varias asociaciones de mujeres y hombres en Europa lanzaron, a través del programa Daphne de la UE, la Campaña Europea del Lazo Blanco (eurowrc) que se desarrolló en España, Alemania, Bélgica, Francia, Noruega y Suecia. A ella se han ido sumando estos últimos años otros países, tales como UK, Austria o Finlandia, que en la actualidad siguen proponiendo diferentes actividades durante todo el año.

Una de las características de la Campaña es intentar involucrar a hombres públicos que pongan su voz y presencia en sus actividades. Así se ha invitado en todo el mundo a aquellos que por su popularidad o su campo de actividad (deportes, música, cultura) son referentes masculinos que pueden ejercer como líderes de opinión en la transmisión de los mensajes de la campaña.

La campaña se ha transformado actualmente en una ONG que ofrece sus propuestas a quienes lo soliciten, dirigidas especialmente contra la violencia contra las mujeres, pero también contra la violencia masculina sobre otros varones y los niños y niñas.

Esta campaña del Lazo Blanco que se intenta poner en marcha aca en Chile a través de la Red EME y de distintas organizaciones de varones, como el Colectivo MANOS, Kolectivo Poroto y diversos hombres que se van implicando y comprometiendo, es una campaña dirigida a varones, con varios objetivos:

. implicarlos en la lucha contra la violencia contra las mujeres

. contribuir a romper el silencio masculino sobre el tema, y que los varones se pronuncien públicamente en el rechazo a la violencia

. invitarlos a cambiar los modelos machistas y los comportamientos personales machistas, que están en la base de la violencia de género.

Llevar el lazo blanco no significa un acto de culpabilización hacia los varones, ni un certificado de calidad que presentara al que lo lleva como un gran tipo. Ni se lleva para salir en la foto. Llevarlo significa aceptar el compromiso personal de no cometer permitir, ni silenciar la violencia contra las mujeres. También llevarlo ES UNA INVITACIÓN de hombre a hombre que significa:

Si eres hombre, comprométete.

Tú también dí ¡basta! a la violencia y al maltrato contra las mujeres

.El compromiso de los varoness que portan el lazo se ha ido realizando en muchos países de muchas formas, tales como jornadas de sensibilización, desarrollo de programas escolares de prevención, ayudas a programas para mujeres maltratadas , y la firma de manifiestos por numerosos varones que se comprometen a luchar desde su lugar y con el poder social que tengan, a la erradicación del problema

.Los varones no podemos ni debemos ignorar que la violencia y el maltrato hacia las mujeres, es un problema social de gran amplitud que atenta gravemente contra la salud, la vida y la dignidad femenina, y que es incompatible con una cultura de la igualdad y el respeto. Específicamente en el hogar, sus graves consecuencias son cada vez más de dominio público.

.Esta violencia contra las mujeres probablemente no existiría si todas las personas integrantes de nuestra sociedad la rechazáramos claramente y participáramos activamente en su erradicación . Pero en esto a los varones nos falta mucho por andar: muchos aun creen que dicha violencia es un problema poco frecuente o que no les concierne, y por ello aun no se han comprometido en esta lucha.

.Sin embargo, la violencia se ejerce cerca nuestro, y muy frecuentemente. Muchos de nosotros tenemos una vecina, una amiga, una parienta, una empleada, una alumna, una pareja que han sido víctimas de la violencia. Y quienes la ejercen no son generalmente desconocidos, sino casi siempre conocidos de ellas y de nosotros, y casi siempre varones: un vecino, un amigo, un pariente, un profesor, un médico, un compañero de trabajo, y a veces... uno mismo.

.Aunque resulte obvio decirlo, el problema de la violencia contra las mujeres no es un problema femenino, es casi exclusivamente un problema masculino que las mujeres padecen. En todos los paises, tanto en Canadá origen de esta campaña, como en el resto del mundo desarrollado y subdesarrollado somos los varones quienes mayoritariamente ejercemos dicha violencia . Y somos en general los varones quienes tendemos a minimizar, silenciar o negar la importancia del problema. Y además tendemos a creer que es un problema de mujeres que ellas solas deben enfrentar y resolver

.Porque la violencia es un problema de varones, esta campaña esta dirigida a varones, porque así como somos parte del problema debemos ser parte de la solución, que sin un cambio nuestro será imposible de producir.

.Es cierto que muchos varones no han pegado ni violado a una mujer en su vida, pero muchos de todos los sectores sociales, propinan otras formas de golpes, no ya físicos sino psicológicos. Golpes a la autoestima, la autonomía y la dignidad, tales como intimidaciones, insultos, desprecios , descalificaciones, forzamiento sexual, control del dinero o la libertad de la mujer, abuso de la disponibilidad de la mujer en el hogar, ..., y muchísimas veces todo ello a mujeres conocidas a las que dicen amar. Algunos regularmente, otros ocasionalmente y otros excepcionalmente son ejecutores de todos estos maltratos.

Existen también muchos varones a los que les parece natural que otros hagan algo de esto, o que lo tomen a risa. Muchos que les parece natural aprovecharse de las mujeres, ya sea en lo doméstico o lo sexual. Existen otros que ignoran o les resulta indiferente el maltrato hacia las mujeres, o que no usan su poder social para oponerse. Todos ellos se convierten, aun sin quererlo, en cómplices tolerantes de la situación.

.Quienes promovemos la campaña del lazo lo hacemos porque sabemos que muchos varones esperan una iniciativa que los aliente a comprometerse en combatir la violencia . Y porque también sabemos que los varones pueden dejar de ejercer maltrato y cambiar, ya que la violencia no es algo inmodificable o irremediable, que pertenezca a la naturaleza masculina.

Asumir este compromiso es estar convencido de que la paz y el respeto igualitario con las mujeres debe prevalecer. Pero no en la teoría sino en la práctica, redefiniendo lo que significa para cada uno ser hombre, y cambiando nuestra relación con las mujeres.

.La violencia, el maltrato y el abuso que ejercemos los varones son comportamientos asentados en la desigualdad cultural entre nosotros y mujeres, y es producto del aprendizaje social que nos inculca dos creencias –erróneas, machistas , patriarcales y desigualitarias- sobre que es “ser hombre”. La primera creencia es que ser hombre es ser importante y tener autoridad sobre las mujeres que son menos importantes . Y la otra que lo es quien hace valer la propia razón sin equivocarse nunca.

Desde esas creencias, fuertemente insertadas en la mente masculina, la violencia y el maltrato en sus diversas formas se transforman en un eventual recurso válido que los varones creemos tener el derecho a emplear con las mujeres ( y con otros varones) para mantener el dominio y el control, para reafirmar la autoridad, o para recuperarla si se la siente desafiada o amenazada.

La utilización de la violencia también es producto de las creencias sociales de que es una vía valida para solucionar conflictos y acallar al adversario, y que los varones pueden usarla a discreción. Por ello, los varones no sólo son violentos contra las mujeres, sino contra otros de su género, y también niños y niñas,

.Para erradicar la violencia estas creencias deben ser modificadas porque lo cierto es que ser hombre no da ningún derecho especial a ejercer control, ni poder, ni violencia hacia las mujeres. Y por ello, nada puede ser motivo para el uso de esa violencia. Alcohol, drogas, celos, estrés, descontrol, niñez traumática, no son excusas. Las supuestas “provocaciones” o “desobediencias” de la mujer no son justificaciones., ni tampoco aquella –muy de moda actualmente- de que "las mujeres también son agresivas". Cada hombre tiene la capacidad de ejercer maltrato o no ejercerlo, de restringir su violencia o de practicarla. Por eso, cada varón es el responsable de su propia violencia, así como es el responsable de evitarla.

.Si partimos de una visión solidaria e igualitaria de la relación entre mujeres y varones, ejercer el control y la violencia contra las mujeres, es decir, ser un machista- no puede ser más una actitud que defina al “hombre de verdad”, ni puede ser algo que se deba aplaudir o consentir en otros varones.

.Todavía hoy muchos varones siguen creyendo que ser hombre es:

.ser importante y tener autoridad sobre las mujeres.

.tener más derechos que ellas a tener la razón, el poder, disponer de tiempo libre y ser atendido en casa

.no expresar emociones, excepto las necesarias para controlar lo que se escapa de las manos, entre ellas la agresividad

.procurar ser autosuficiente, estando siempre algo a la defensiva, y poco atento a las necesidades ajenas

.tener que mostrar siempre que se puede, y usar la violencia contra otras personas como modo de demostrar la masculinidad

Pero esto no es ser hombre de verdad sino solo un obediente cumplidor de las enseñanzas sociales machistas retrógradas, que desconocen el valor del respeto y la cooperación . Esta obediencia todos y todas la pagamos cara: las mujeres con su salud y la vida, y nosotros mutilando nuestra humanidad sensible y solidaria.

Las ideas machistas no pueden seguir gobernando nuestras vidas. Es necesario que nos animemos y rompamos con ellas si creemos sinceramente en el respeto y la igualdad. El compromiso en la lucha contra la violencia doméstica puede ser un buen comienzo. Sería muy bueno, además, que los varones pudieran tomarse esta tarea con la misma seriedad con la que muchos de ellos toman la lucha contra otras violencias como la xenofobia o el terrorismo.

.Qué podemos hacer para comprometernos en esta lucha? Qué podemos hacer para que llevar el lazo tenga un sentido?

Todos los caminos están abiertos, y cada uno en su lugar puede desarrollarlos. Hace 9 años, los creadores de la campaña propusieron una serie de sugerencias que pueden ser un buen inicio para este compromiso, y que son aun vigentes:

.Escuchemos a las mujeres, entendamos por qué sufren y cuánto tenemos nosotros que ver en ello.

.Entendamos por qué los hombres tendemos a ser violentos, abusadores o dominantes con las mujeres, y qué es lo que caracteriza a quienes no lo son.

.Estemos atentos a todas las formas de violencia y aprendamos a identificarla y oponernos a ella en la familia, el trabajo, la escuela y la calle.

.Examinemos cuántos de nuestros propios comportamientos son dominantes, abusadores violentos, o antiigualitarios, y propongámonos cambiarlos.

.Apoyemos a los programas para mujeres maltratadas.

.Desafiemos el uso del lenguaje sexista y los chistes que degradan a las mujeres.

.Reunámonos con otros hombres para reflexionar sobre nuestros comportamientos machistas, y para ver qué podemos hacer en nuestra ciudad, escuela, trabajo, sindicato, asociación o familia para erradicar la violencia contra las mujeres.

. Esperamos que esta campaña promueva la reflexión sobre todo esto, y ponga en marcha a muchos hombres en su compromiso contra la violencia.


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